Salvadoreños conmemoraron los 34 años de los asesinatos de seis sacerdotes jesuitas y sus dos colaboradoras cometido por la Fuerza Armada. La actividad fue un espacio para reflexionar sobre la necesidad del respeto de los derechos humanos en el régimen de excepción.
Texto y fotografías: Lissette Lemus
Decenas de personas de todo el país participaron en la Procesión de los Farolitos, en conmemoración de los asesinatos de seis sacerdotes jesuitas y sus dos colaboradoras perpetrado por la Fuerza Armada durante el pasado conflicto armado.
El recorrido, por tres estaciones dentro del campus de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), finalizó con una homilía de reflexión sobre la necesidad de la justicia social y garantizar el respeto de los derechos humanos de los más pobres, en el contexto actual.
“A policías y soldados: está muy bien que quieran la seguridad de la población, ese es su deber, pero actúen justamente, respeten la ley, no se lleven presos a personas inocentes. No denuncien falsamente, no maltraten a su pueblo”, expresó el padre Andreu Oliva.
El académico y religioso recordó que donde hay injusticia se niega el amor universal de Dios, y allí donde no hay amor, allí no está Dios.
La masacre de los sacerdotes de la Compañía de Jesús fue perpetrada por soldados de la Fuerza Armada el 16 de noviembre de 1989, en la que fueron acribillados: Ignacio Ellacuría, Ignacio Martin Baró, Segundo Montes Mozo, Armando López Quintana, Juan Ramón Moreno Pardo, Joaquín López y sus colaboradoras Julia Elba Ramos y Celina Ramos.
“Estamos aquí porque ellos siguen siendo luz en nuestro caminar, en el de muchos hombres y mujeres que desean un mundo nuevo, una vida nueva, bajo un cielo nuevo”, expresó Oliva.
Palmas de flores con los retratos de las víctimas encabezaron la procesión en la que participaron niñas, niños, jóvenes y ancianos de diferentes partes del país.
Sonia Cortez, residente de Soyapango, asistió por primera vez a la actividad porque relata que desde hace mucho tiempo tenía el deseo de hacerlo, pero no había podido por las actividades de la vida cotidiana. “Estamos recordando a los mártires su obra, su vida y de lo que ellos han dejado, esa luz que dejaron” expresó.
Cortéz, quien hace 30 años fue alumna de la UCA, considera que hay mucho que aprender del legado de los padres Jesuitas debido a que persisten las causas de las desigualdades.
“Nosotros debemos, desde cualquier actividad que hagamos, comenzar a hacer la diferencia, son enseñanzas que a uno le quedan y hay que ponerlas en práctica siempre” dijo.
Por su parte, Francisca Alvayero, una joven que siempre asiste a la conmemoración porque considera que es una forma de estar más cerca de Dios.
Más de 50 habitantes de las comunidades del Bajo Lempa viajaron en un bus desde la zona oriental hasta la Uca para recordar a los mártires.
Salvador Ruiz, representante de las Comunidades eclesiales de base, manifestó que es un desafío para las nuevas generaciones mantener viva la memoria de los mártires y tener la ética de querer un El Salvador en paz. “Fueron asesinados por defender la democracia, querer la paz , querer un país con justicia social” recordó.
Ruiz agregó que es necesario comprometerse con la memoria de los mártires, quienes fueron capaces de ofrendar su vida sabiendo que, decir la verdad y defender la justicia en ese momento era ponerse en riesgo. “Venir acá es cómo alimentarnos de esa memoria para seguir resistencia ante la dictadura que se quiere implantar”.