La última obra del padre del muralismo salvadoreño Camilo Minero, “Mi Pueblo”, fue donada a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Hoy lunes fue develada en el Salón de Negociaciones del organismo multilateral.
Durante casi dos años, el muralista Camilo Minero trabajó junto a su alumno Toño Mejía para realizar la que sería su última obra, el mural “Mi Pueblo”.
El tríptico de 237 por 468.5 centímetros, que destaca a los salvadoreños y salvadoreñas en armonía social y con la naturaleza terminó un periplo, o más bien un período de suspenso de casi dos décadas desde que su propósito fue concebido: mostrar el agradecimiento del país por todo el apoyo prestado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Hacia 2002, el entonces representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia en El Salvador (Unicef), Juan Carlos Espínola, pidió a la artista Astrid Suárez que creara un mural en homenaje a la niñez salvadoreña. Pero ella carecía de condiciones para hacerlo y dirigió su inquietud al diplomático Vladimiro P. Villalta.
Entrevistado vía telefónica en San Salvador, Villalta recordó cómo se hizo cargo de forma personal de buscar las piezas necesarias -artísticas, logísticas y económicas- para ir más allá de la idea de Espínola. Ideó un mural que no solo representaría a la niñez sino a la sociedad salvadoreña con un mensaje de agradecimiento por todo el apoyo prestado no solo por Unicef sino por la ONU, al país.
Desde hace muchos años, Villalta tenía una estrecha relación con el pintor y muralista Camilo Minero (1917-2005), quien fungía como asesor artístico en la “Galería Araujo”, que era de su propiedad. “Él es un artista de trascendencia extraordinaria y yo lo respeto mucho como artista, como ciudadano por todo su sentido social”, afirmó Villalta. Por eso, comisionó a Minero el mural para Unicef, y sería además un homenaje a los artistas salvadoreños.
Los siguientes dos años fueron intenso trabajo para Minero, quien creó el bosquejo y elaboró el mural en su casa, con el apoyo fundamental de su alumno y pintor Toño Mejía, quien ronda los 85 años y adolece de varias enfermedades.
Unicef cubrió los materiales y Villalta la mano de obra de los artistas durante duró el proceso.
Un huracán y un hiato de 20 años
Inicialmente y de acuerdo con la propuesta del representante Espínola, el mural sería pintado en la entonces sede de Unicef; pero uno de tantos huracanes o tormentas tropicales que azotó el país en esa época causó estragos en la estructura y precisamente en la pared reservada para la obra. Por eso se decidió que el mural sería movible.
El maestro Minero, quien recibió el Premio Nacional de Cultura en 1996, murió en mayo de 2005 pero alcanzó a terminar el mural.
“En realidad el mural me encanta porque es una expresión de las cosas positivas en las que la sociedad salvadoreña está involucrada: la madre, su rol que es central, la educación, la agricultura… Entre mis elementos favoritos está el girasol, distintivo en la obra de Camilo Minero y la Flor de Izote, nuestra flor nacional”, destacó el mecenas del mural. “Fue un sueño difícil pero se logró”, añadió.
“Yo hice arreglos para que el mural fuera presentado en el foyer del Museo Nacional David J. Guzmán en noviembre de 2005, pero hubo conflictos de logística. En ese entonces fui nombrado embajador de El Salvador en Londres y lamentablemente perdí toda comunicación con Unicef y la familia de Camilo Minero”, lamentó Villalta.
De esa coyuntura, una de las hijas del maestro Minero, Ana María Minero, recordó que al hacer el recuento de las obras producidas, se comunicaron con los entonces representantes de Unicef. “Muy poco se sabía de los compromisos adquiridos entre Unicef, Camilo Minero y el Embajador Villalta. Por lo que la representante no dio mayor información”, dijo.
Y siguió pasando el tiempo. La Fundación Camilo Minero buscó de nuevo al embajador Villalta e iniciaron las conversaciones para buscarle destino al mural. “Entre los acuerdo estaba el de hacer conversaciones con Unicef para donárselos y que buscaran el mejor lugar para exponerlo antes de llevarlo a la sede Unicef en Nueva York y luego pasarlo a las Naciones Unidas”, añadió Minero.
Estas gestiones involucraron al entonces Canciller de la República, Hugo Martínez, quien se puso a la disposición y nombró a la Oficina de Asuntos Culturales de dicha dependencia para hacer los acercamientos con Unicef.
Unicef solicitó un valúo de la obra, el cual Ana María Minero realizó de forma empírica basándose en documentos académicos. “Desarrollé este trabajo curatorial, tomando en cuenta valoraciones cualitativas, cuantitativas y subjetivas, obteniendo una valoración de $100.000, poniéndole bajo puntaje a cada valoración. Pero Unicef consultó con la sede central y manifestaron que no podían tener una obra de arte de tanto valor, por lo que nos dejaba la obra a nuestra disposición”, apuntó Minero.
Y como nada es casualidad, en esos días trascendió que la Misión Permanente de El Salvador ante la ONU solicitó una obra de artista salvadoreño con el objetivo de representar la la identidad de nuestro pueblo para donarlo al organismo multilateral y que se colocaría en las paredes de la sede en Nueva York.
“La Licda. Claudia Ardón de la Oficina de Asuntos Culturales de RR. EE., conociendo la historia del mural, se comunicó con nosotras y se inició todo el proceso para que llegara a la sede de Naciones Unidas en Nueva York”, añadió.
El mural solamente ha sido expuesto en dos ocasiones -la primera fue en la inauguración de la Sala de Exposiciones “Camilo Minero” en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en la Universidad de El Salvador para el Primer Encuentro de Muralismo y Arte Público Latinoamericano, en diciembre del 2015.
A partir de hoy, lunes 18 de marzo de 2019, “Mi Pueblo” estará expuesto en la Sala de Negociaciones de la ONU, en Nueva York.
La ceremonia será presidida por el Embajador de El Salvador ante la ONU, Rubén Escalante Hasbún, junto a Ana María Minero y Margarita Minero, hijas del pintor y representantes de la Fundación Camilo Minero. “Este es un reconocimiento a ese hombre que, a través de su vida personal y artística, logró armonizar su obra con su compromiso social”, manifestó Ana Maria Minero, quien además enfatizó a manera de homenaje: “Padre a través de tus obras, siempre quisiste mostrar las carencias y también las esperanzas de nuestro pueblo. Ahora las muestras al mundo”.
“Mi pueblo”, por Camilo Minero
El mural “Mi Pueblo” se hizo con la técnica de acrílico sobre madera. Es un tríptico que mide 236 x 468,5 centímetros.
Contiene múltiples personas sobre un paisaje, niñas, niños, campesinos, campesinas que muestran una relación de agradecimiento y amor con la tierra. En el panel central destaca una “madona mestiza”, coronada por una paloma blanca que sostiene en el pico una flor; a la izquierda un padre sostiene a su hijo y a la derecha un campesino con cuma se agacha hacia la tierra delante de una milpa… al fondo las montañas y el cielo.
En opinión de la historiadora del arte Astrid Bahamond, la estética de Minero en esta obra se resume en “aplicar los amarillos frenéticos, cálidos vivos e irritantes que provoca la furia revelante, el blanco que significa paz; los anaranjados y los sienas son atenuantes, acordes a los amarillos”. Todo este escenario, fragmentado sobre una trama rectilínea súper estructural prismática que retoma de la pintura renacentista italiana, da cuenta de la vocación humanista del autor.
En el primer plano se encuentran tres figuras femeninas y una masculina. La niña del centro está sentada sobre el regazo de un anciano con sombrero y, junto a ellos dos girasoles y una flor de izote, nuestra flor nacional.
Un gran trabajo del artista. Y mucho tenacidad de parte de todos los que participaron en llevar a cabo está labor de hacer llegar a las Naciones Unidas la obra de este gran Maestro Salvadoreño. Felicidades a todos y en especial a ti por ayudar a lograr está maravillosa encomienda..